Viajar me ha enseñado mucho.
Viajar me ha hecho mucho más fuerte, ¡y hoy lo he comprobado con toda la certeza del mundo!
Caminar con una mochila a la espalda, dormir en el suelo, en una tienda de campaña, en el hall de un hotel, en un albergue o en cualquier otro lugar me ha hecho más fuerte, capaz de dormir en cualquier sitio y de seguir pensando que un sofá cama en el que apenas quepo es un lujo.
Viajar horas antes del trabajo también me ha ayudado a aprovechar al máximo los minutos y las cosas, a valorar los segundos y los momentos.
Despertarme cada día en un lugar diferente me ha ayudado a no tener reparos en tener que dormir en casa, cualquier lugar es bueno y no existe "nada como el hogar", sólo hay que saber sacarle lo bueno.
Y hoy, una vez más, he tenido que dormir en el hospital con papá y salir corriendo a trabajar, probablemente en el pasado hubiera estado destrozada y cansada y llena de mimos, pero hoy no, claro que estoy cansada por el estrés de todo el asunto, pero el sofá cama torcido no me ha hecho dormir mal, incluso me ha parecido cómodo en cierto modo, salir corriendo a trabajar no me ha estresado más, Estoy acostumbrada a viajar directamente hasta aquí, pero dormir en un hospital no me estresó más, para alguien que se despierta cada hora en un rincón diferente del mundo, un hospital es un lugar más, y en este momento, dormir al lado de mi padre y darle un poco más de confort fue muy reconfortante, y creo que quizás ese era el lugar en el que más quería estar, que era a su lado.
Y para los que piensan que viajar es sólo diversión, ¡están muy equivocados! Viajar es una lección que no se transmite, simplemente se vive, te conoces a ti mismo y creces mucho en cada viaje.
¡Y las vacaciones ya están aquí!
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