Sobreviví, imprevistos en el viaje.

¿Cómo reaccionar?

Siempre que viajamos pensamos sólo en lo mejor, pero a veces el destino nos tiene reservado algo más grande, como una enfermedad o un pie roto, ¡quizá incluso ambas cosas! Por desgracia, los imprevistos no se esperan.

Eso es lo que ocurrió en mi último viaje, pero ¿me perdí algo por ello?

Por supuesto que no. Soy el tipo de persona que siempre intenta sacar lo mejor de todo, y un pie roto o una intoxicación no van a cambiarme.

Las cosas ocurren cuando menos te lo esperas, y a mí no me pasa lo mismo, siempre quiero probar todo lo que me ofrecen los sitios.
Esta vez me alojé en un hotel maravilloso llamado Summerville Beach Resor¡t en Muro Alto, Pernambuco, con una estructura perfecta y muchas actividades divertidas! Me apresuré a aprovechar al máximo cada minuto y fue entonces cuando surgió el primer imprevisto: ¡me rompí el pie, o mejor dicho, el dedo corazón del pie!

inesperado

¿Pero cómo? Simplemente fui a disfrutar de las actividades, que hasta el momento eran geniales, aparte de la lluvia que caía en la playa, pero eso no me intimidaba, ¡el problema era el stand up paddle! Cogí la tabla y caminé hasta donde llegaba el mar, me subí como en una tabla de surf y remé más hondo, hasta que me puse de pie y remé aún más hondo, teóricamente MUY hondo, ¿no? ¡NO! Muy poco profundo, fue entonces cuando metí la pata, me caí de equilibrio en las aguas poco profundas y puft bufth pummm, ¡rompí la cosa! Todavía dolorido, me quedé en la playa disfrutando del tímido sol que estaba saliendo y luego fui al centro médico del hotel.

Allí recibí atención médica, me pusieron el dedo en su sitio y me hice un vendaje para que estuviera más firme. Los imprevistos ocurren cuando se viaja, por desgracia esta vez fue el primer día y me afectó un poco a la movilidad, ¡pero no podía dejar que eso me desanimara! Cuando ocurren cosas así hay que aprovechar al máximo lo que nos queda, así que a partir de entonces hice cosas que daban prioridad a la parte superior de mi cuerpo, caminé con algo de dificultad, pero pude andar y me centré en quedarme en la piscina, disfrutar de la playa ¡y hacer kayak! Sí, ¡todavía podía hacer kayak! Y siempre hay algo bueno que hacer, pero no puedes dejar que el mal humor se apodere de ti.

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Pasaron los días y disfruté lo que pude, claro que es molesto no tener 100% de tu capacidad para disfrutar, pero si te cierras en banda, acabas por no disfrutar ni de 10% y eso es un viaje perdido.

¡Esta vez el destino quiso ponerme a prueba! Incluso con el pie roto, fui a la playa todos los días, nadé con una sola pierna, me quedé al sol cuando apareció (¡también llovió mucho! Y no por llover voy a dejar de ir a la playa o a la piscina, ¿verdad? ¿O lo haces tú cuando viajas?) Caminé por los arrecifes de coral, ¡siempre con extrema precaución! Al fin y al cabo, con menos movilidad, ¡hay que estar aún más atento! ¡Hice todo lo que pude y lo que no pude! Cuidé más mi cuerpo al volver a casa, hasta que...
A las dos de la mañana mi cuerpo empieza a sentirse un poco mal, ¡me despierto y voy al baño! Ahhh no, aparte de mis pies, ¿me pongo enferma? ¿En un solo viaje? Siempre hay imprevistos, ¡pero dos así era un récord para mí! Me pasé toda la noche sintiéndome mal, fui otra vez a la enfermería del hotel, ¡que seguramente ya se estaba compadeciendo de mí! Pasó de todo, no era posible, en sólo cuatro días, ¿imagínate viajar durante un mes? Pues sí.

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Pasé toda la mañana siguiente en mi habitación y la tarde, ¡hasta la noche! Sólo salí para volver a la enfermería y tomar mi medicación, ¿qué iba a pensar ahora? ¿Sería que el mal humor ya estaba llegando? ¡¡¡No!!! Como siempre, ¡hay que ver el lado positivo! Enfermarse siempre es malo, pero enfermarse frente a la playa en una cama enorme y un bungalow precioso es aún mejor, sobre todo cuando la enfermedad sólo llega el último día del viaje, con buenos recuerdos para consolarte.

¡Bueno, tenía que pensar en algo, no podía dejar que un viaje tan agradable (¡Sí! ¡Aún con todo fue genial!) pasara sus últimos momentos siendo malo!

¿Qué hice el último día que estuve enferma? Me paré a pensar en lo bueno que era poder viajar, que aunque yo estuviera enferma a mucha gente le gustaría estar disfrutando de la misma oportunidad que yo, y por increíble que parezca, pensar en ello me hizo sentir mejor, no dejé que la enfermedad me dominara y al final de la noche ¡estaba casi bien! Al día siguiente me desperté sintiéndome aún mejor, y cuando llegó el momento de embarcar en el avión, estaba casi renovado.

¡He descubierto un secreto increíble! ¡No te dejes abatir! Busca siempre lo bueno de las cosas, porque siempre está ahí y cuando lo encuentras, te tira para arriba y te ayuda a mejorar más rápido, pero si dejas que gane la enfermedad, ¡se va, viaje más que perdido! Y ahora que lo pienso, si vamos a estar de mal humor, lo dejamos en casa, ¿no? Mientras viajamos, ¡disfrutémoslo!

¿Y usted? Cuando te pones enfermo mientras viajas o te rompes algo, ¿qué haces?

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